OVNI sobre la bahía de Galway (Parte 2): Un socorro psíquico de un OVNI estrellado

Mi sueño OVNI de 1986 me dio las coordenadas del accidente. 31 años después, fui a Groenlandia para reconectarme.


Unas semanas después mi avistamiento Y los titulares del diario: «Tuve un sueño extraño. El recuerdo nunca me ha sido propio. Parece prestado, grabado en mi mente una noche de 1986. No empezó como un sueño, sino como un violento despertar a otro lugar».

Me encontré en el puente de un barco que no fue diseñado por el hombre.

Reconstrucción de sueños

A mi alrededor, una tripulación frenética se movía con una gracia desesperada y desfalleciente. El aire estaba cargado de una cacofonía de gritos que entendí no con los oídos, sino con el alma: estaban aterrorizados. A través de una ventana, vi un mar de hielo agitándose abajo, acercándose a toda velocidad hacia nosotros. En el caos, mis ojos se fijaron en un único punto de claridad: una pantalla digital, parpadeando con una secuencia de números.

Fueron lo último que vi antes de que una sacudida final y violenta sumiera todo en la oscuridad.

Desperté con un jadeo en mi cama, con los dígitos grabados a fuego en mi memoria. Antes de que se desvanecieran, los garabateé en un bloc de notas. Durante dos días, me miraron fijamente, una serie de números sin sentido. Pero una idea empezó a formarse en mi mente. Esos números no eran aleatorios. Eran una ubicación.

En la biblioteca pública, un viejo atlas confirmó mi sospecha. Mis dedos recorrieron las líneas hasta una zona desolada de agua helada frente a la costa de Groenlandia, cerca de un lugar llamado isla Disko.

«Isla Disko», pensé, con una sonrisa en los labios. «Un poco obvio, ¿verdad?». La idea de que mi sueño fuera una especie de socorro psíquico de un ovni estrellado me parecía completamente ridícula, pero la cadena de acontecimientos era demasiado convincente como para ignorarla. Archivé la experiencia, un misterio fascinante pero aparentemente irresoluble.

Durante treinta y un años, ese conocimiento se aferró a mi mente. Una astilla clavada en mi mente. ¿Qué sucedió realmente esa noche? ¿Fue una advertencia? ¿Un recuerdo? ¿El eco de una tragedia que se filtró a través del espacio y el tiempo hasta mi sueño?

En 2017, finalmente lo supe. Viajé a Groenlandia, al fin del mundo, para enfrentarme al fantasma que me había perseguido durante décadas. Mi búsqueda comenzó a distancia, estudiando imágenes satelitales, buscando cualquier anomalía, cualquier cicatriz en el fondo marino que pudiera delatar un secreto.

Isla Disko: el naufragio del Wildfire

Pero el mar guarda sus secretos. Las verdaderas coordenadas, el punto de impacto de mi sueño, estaban en las profundidades. Un lugar donde los datos oceanográficos son un mito moderno y la gélida oscuridad absorbe toda la luz. Está ahí abajo, un lugar que puedo señalar en un mapa, pero al que nunca podré llegar.

Descubrí un barco en la costa de la isla Disko, pero no era la embarcación que esperaba encontrar. En cambio, descubrí un misterio aún más profundo. Mi viaje a Groenlandia debía brindar respuestas, pero lo único que encontré fue una fría y silenciosa confirmación de que algo acecha en el abismo.

Y sabe que tengo su dirección.